Wednesday, December 27, 2006

ACERCA DEL HUMOR

ACERCA DEL HUMOR

Emilio Albaerto Restrepo Baena

El humor es cosa seria. Es hora de reivindicar su caráter sublimante del espíritu, germen caótico por esencia y por esencia paradójica, pilar del equilibrio, ser amotinador de las conciencias, resquebrajador de las etiquetas, insurrector del orden. Hay que devolverle su majestad. Hay que estimular su naturaleza fundamentalmente subversiva, que parte del revolucionario principio de desbaratar las estructuras aparentes para recrear un nuevo orden interior.

Porque el humor intenta replantear un nuevo mundo, una novedosa forma de asumir las cosas. Se invoca lo ridículo para ver que lo cotidiano es en sí mismo ridículo y ridículos somos en nuestra aparatosa y forzada tendencia de hacer de lo elemental algo trascendental, de envolver con la coraza inflexible de la seriedad el transcurrir de todas las pequeñeces que constituyen nuestra forma diaria de proceder.

Y el humor se merece, se asume, se incorpora a la naturaleza de aquel y sólo de aquel, que está inconforme consigo mismo. No genera humor aquel desgraciado que acepta la norma como principio absoluto e indisoluble de comportamiento. Obliga a tomar partido. Arrastra en su grandeza. A su paso no hay carácter que no se doblegue ni fuerza que no ofrezca tregua.

El humor replantea la naturaleza de las relaciones del hombre consigo mismo y con el mundo. Es el termómetro de sus afectos, el catalizador de sus tensiones. Le imprime un ritmo diferente al hastío. Desenmascara el conformismo como engendro cómplice de la alienación.

Y para los que imponen la necesidad de trascender como contra-argumento a lo que consideran un escape superficial de tontos e inmaduros, el humor se defiende solo en su trascendencia. Porque el humor es trascendente. Trasciende porque le da un viraje distinto a la existencia, libera de tensiones y cargas inútiles a la inteligencia. Trasciende porque estimula en el hombre la necesidad de autocuestionarse en la medida en que se burla de sí mismo y de su entorno. Trasciende cuando socaba las estructuras débiles por su capacidad de horadar las bases endebles de lo aparente. Trasciende porque desenmascara la hipocresía y descorre el velo de la mentira. Trasciende porque por su peso específico es una formidable estrategia de penetración intelectual, un excelente vehículo de ideas y de conceptos.

El humor es un arma política eficaz. No hay contendor que no se doblegue ante su elocuencia arrolladora. La historia ha demostrado que puede más una carcajada masiva y burlesca que el más almidonado de los discursos, cuando se trata de imponer argumentos y crear impacto para llamar a terceros a una línea determinada de pensamiento.

El humor es un elemento tenaz para transmitir afecto, para establecer vínculos inmediatos y sostenidos. Se constituye en un recurso agradable y eficiente para captar y compartir simpatías personales y sociales. El humor se vislumbra como una tercera opción, más vivaz y carismática, cuando nos vemos acosados por la solemnidad y el conformismo.

Cuando la politiquería amenaza con acabar lo poco de dignidad que perdura en un pueblo y cuando la retórica intenta disfrazar vanamente la traición, la deshonestidad y la falacia, el humor se impone como una tabla de salvación para no sucumbir ante fuerzas de tan macabro talante.

El humor es enemigo del rostro adusto y del ceño fruncido. No acepta etiquetas ni formalismos; no comparte encasillamientos, ni acolita continuismos. Está en franca discordancia con la mediocridad, no acepta los dogmas, ni comadrea con el engaño, pasea de la mano con la inteligencia, la risa es su carta de presentación, la paz interior es su aspiración, el equilibrio es su filosofía, el hombre su razón de ser.

Es cierto que el humor se repite, pero es cierto que la vida en sí misma se repite, el oxígeno también se repite, el cielo y el mar son siempre iguales. Generalmente sus temas son las mismos, pero en la vida los temas son los mismos. La política es su adversaria favorita ( ¿es ésto una coincidencia? ¿será también ella una adversaria de la vida?); pero es que si no fuera por la coraza de seriedad que gustan vestir y por los aires que forzozamente asumen, los políticos serían los mejores humoristas aunque no falta quien esté convencido de esa afirmación. El sexo también se repite como tema vital del humor, pero el hombre siempre ha tendido a burlarse de lo que no conoce, de lo que no entiende o de lo que se siente incapaz. En ello mismo, la boca y el cerebro compensan agradablemente lo que otros órganos no alcanzan a culminar en forma satisfactoria.

La caricatura humana y la ridiculización de los caracteres también se acostumbraban. La burla y la exageración de los rasgos físicos y emocionales le permiten al hombre burlarse de sus congéneres y de sí mismo. Es una forma sutil de expresar rebeldía e insatisfacción por la gran imperfección humana, a la vez que propende superarse con sus propios medios a sí mismo y alcanzar niveles óptimos de realización, al mismo tiempo que se pasa un rato agradable.

En todo caso el humor llegó para quedarse. Es el último vestigio del pequeño-hombre-verdaderamente-humano que hay dentro de cada uno de nosotros (Bueno, de la mayoría). Es la última razón para regocijarse con la inteligencia, para tener esperanza, para justificar la tolerancia. Por él aspiramos a vivir en un mundo que nos respete y nos trate seriamente. El es el pasaporte a la verdadera trascendencia del espíritu, al ir más allá de las razones, al estar más acá de la felicidad. La carcajada justifica el humor, la vida lo reclama. No nos resignamos a estar sin él. Exigimos la ironía precisa, el sarcasmo perfecto y oportuno. Extrañamos el comentario fino ante el impertinente de turno, la salida inteligente ante el tirano que trata de asfixiarnos.

Preferimos la risa a la úlcera, el aplauso a las cadenas, el regocijo del espíritu a las imposiciones de los necios, la sal de la vida al almidón del alma.

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