COLEGA, NO RENIEGUE TANTO
Tal y como
se volvieron las cosas, el deporte nacional no es el ciclismo, o el futbol o el tejo, sino el
"gadejo", el quejarse, el alegar. De todo y por todo. Y el producto
típico ya no es el café sino la mala leche. Y el pasatiempo favorito no es el
cine o la televisión, mucho menos la lectura, sino el tiro al prójimo.
Ya encontrarse con el otro no es un motivo para
regocijarse de lo bien que nos está yendo, o dar gracias a Dios de lo aliviada
y unida que está la familia, sino una oportunidad para quejarse de lo dura que
está la vida, de lo conchudos que son los compañeros, de lo abusivo que es el
jefe, del gobierno, de los curas, de los maestros, del sistema de salud, de lo
bruto que es el director técnico de tal equipo o de lo tronco que es tal o cual
jugador que parece tullido y corre como si tuviera hemorroides. Siempre los
otros…nosotros no, los otros.
Uno ve que a pesar de las dificultades, los
indicadores muestran una tendencia al alza, la violencia, los secuestros y el
desempleo disminuyen, el ingreso per cápita aumenta, sin embargo eso no parece
reflejarse en el día a día de cada uno de nosotros: que la carestía, que la
corrupción, que el sueldo de los congresistas, que el gobierno arrodillado, que
el costo de las matrículas, que lo difícil que está el paso a la universidad,
que la adicción a las redes sociales, que la esclavitud de los hijos a sus
teléfonos celulares. Que la generación actual no sabe lo que quiere, en cambio
en la nuestra sí que había valores, que la música de hoy es basura, que los
bailes modernos una vulgaridad y más blá, blá, blá…; lo grave es que antes, los
mayores decían los mismo de nosotros y mal que bien ahí vamos abjurando, para
volver a caer en lo mismo que tanto nos incomodaba.
No hacemos
sino renegar, parece que renunciamos del todo a lo lúdico, ya nada es
placentero; según nuestro discurso cotidiano, todo es malo y tiene tendencia a
empeorar.
En el trabajo, que mucho turno, que sobrecarga, que
esos sueldos, que aquel por qué menos y yo más si ganamos lo mismo, que
favoritismos, que broncas y persecuciones, que la pensión, que el sueldo no
alcanza, que llego rendido. ¿Acaso no nos damos cuenta que estamos en posición
de privilegio al tener algo estable que nos da estatus, nos permite mantener a
la familia con dignidad y decoro y nos facilita ir resolviendo las necesidades
que nos impone la existencia? Deberíamos tener claro que siempre va a haber
personas en situaciones peores y mejores que las nuestras, que de nosotros y
nuestro esfuerzo depende casi siempre que mejoremos o nos quedemos estancados.
Casi siempre es cuestión de actitud, formación, empuje y en ocasiones algo de
suerte. Y hay gente que siempre va a ser perdedora, que siempre va a llamar la
desgracia con sus palabras, que nunca va a estar contenta, que definitivamente
no la llena nadie. Esos siempre van a despotricar de todo, el problema es que
contaminan el ambiente y la energía de los que los rodea.
Y lo mismo en la vida social, en la vida de
relación: todavía somos tan idiotas que dañamos amistades por discusiones sobre
deportes, sobre religión, sobre política, asuntos en los que nunca nos vamos a
poner de acuerdo, en los que nunca va a haber unanimidad y temas que disparan
comentarios y posiciones que hieren susceptibilidades, rompen la camaradería y
dañan los afectos. Todo por estar desvalorizando la ideología del otro, por
estar cuestionando la postura del otro, por creer que somos dueños de la verdad
revelada. Que va, en esos asuntos nadie tiene la razón, cada cual piensa lo
suyo y es casi imposible que en una conversación y menos en una discusión, nadie
convenza a nadie y casi siempre quedan heridas que muchas veces dejan cicatrices
imborrables. Es un asunto triste de la esencia humana, y se da por estar
renegando a toda hora. Por la intolerancia y la arrogancia de creernos mejores
y de mejor familia que los demás.
Pero, nos hemos preguntado, ¿cómo contribuimos cada
uno de nosotros a que las cosas mejoren?¿Estamos haciendo algo creativo por
salir de ese círculo vicioso de queja-perdición-insatisfacción-mal genio?
¿Estamos trabajando con conciencia y
compromiso?¿Estamos dando lo mejor de nosotros mismos de acuerdo a nuestro entrenamiento
y capacidades?¿Estamos solo asumiendo por cumplir un horario, tratando de
escabullirnos en la ley del menor esfuerzo?
¿Será que por estar baboseando y envenenando el
espíritu con energía negativa y malos comentarios sobre el quehacer del vecino,
estamos dejando de hacer lo correcto o nos estamos dejando llevar de la
mediocridad y el conformismo?
Colega,
entendamos que hacemos parte de una generación privilegiada que tiene
conocimientos, recursos, liderazgo social e ingresos por encima del promedio.
Entendamos que podemos ser más útiles a la sociedad si somos asertivos, si
generamos ideas, si somos solidarios y coherentes, si en vez de encontrarle un
problema a cada solución, ponemos lo mejor de nuestro talento al servicio de
las ideas, del bienestar del otro y ponemos nuestras capacidades al servicio de
la sociedad, que nos dio la oportunidad de hacer estudios universitarios y de
posgrado, muchas veces en el exterior y que por un principio de
proporcionalidad, debemos retribuir a ella con gratitud, con solidaridad y
sobre todo, sin maldecir tanto, sin tener a flor de labio el comentario
derrotista, el oprobio, la descalificación.
Colega,
entienda que usted es un privilegiado. No le pido que sea conformista ni se
resigne a los atropellos. Por supuesto que no. Solo lo invito a que piense, a
que sienta, a que se sonría, a que quiera, en fin…a que no reniegue tanto.
CODA
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