Wednesday, September 03, 2014

ENTRE EL MIEDO Y EL MAL (El género negro en la poesía colombiana)

En la Fiesta del Libro de septiembre de 2014 será lanzado el libro ENTRE EL MIEDO Y EL MAL (El género negro en la poesía colombiana),  que recopila los poemas más representativos de la literatura del crimen en la poesía de nuestro país durante los últimos  150 años. Con el apoyo  del periódico UNIVERSOCENTRO, el libro ha generado gran expectativa en los diferentes ambientes, tanto en los lectores de género negro como de poesía colombiana. 


Dice el presentador: Invitamos pues a nuestros lectores a degustar esta antología. 
En UNIVERSOCENTRO estamos seguros que  ENTRE EL MIEDO Y EL MAL  (El género negro en la poesía colombiana) no tiene desperdicio. Desde su ensayo introductorio, pasando por su original  planteamiento y la rigurosa selección de los textos más representativos, se recrea esa atmósfera tan característica, ese olor, ese ambiente de calle, de esquina, de ciudad, que en sus cerca de cien páginas hace un recorrido por más de un siglo de creación. Y repetimos, es la primera vez que se recoge en un solo volumen. Y ha valido la pena.

A propósito de lo anterior, en el número 58, de Agosto de 2014, apareció la siguiente reseña.

(Agradecemos el entusiasmo e invitamos a nuestros amigos y lectores a acompañarnos en este proyecto, adquiriendo el libro, degustándolo, comentándolo y regalándolo entre amigos y conocidos.

Informamos que se consigue en las librerías GRAMMATA, EL ACONTISTA, EX-LIBRIS COOPRUDEA Y STAND DE MEDELLIN NEGRO -SALON HUMBOLD)

Los interesados, pueden adquirirlo en la editorial. 

Ver link: http://hilodeplataeditores.com/entreel.php

UNIVERSO CENTRO
Número 58 • agosto 2014






Universo Centro invita a bajar
al sótano de Entre el miedo y el
mal
, una recopilación de poemas
y crímenes en 150 años de tinta
y sangre. No encontrarán al
culpable pero sentirán el olor.


Entre el miedo y el mal

En Colombia hay una tradición poética que tiene que ver con el crimen, imágenes del bajo mundo, metáforas alusivas al universo de la muerte y el delito. Los poemas deambulan y conspiran desperdigados en periódicos, libros y revistas sin unidad temática. La antología que ha reunido Emilio Restrepo —lector, autor y gestor del género— es un primer intento que pondrá en aprietos a quien se atreva al segundo. Joyas que brillan en la oscuridad, resplandores desde la escoria, tesoros en el basural.
En estos poemas no se resuelve el asesinato, incluso es posible que en algunos de ellos no haya ni asesino, ni víctima, ni investigador. Pero verso a verso aparecen la atmósfera opresiva, los callejones, las búsquedas que no conducen a ninguna parte. Y están los retratos de ciudad rodeados por el temor, la pobreza, la maldad o el abandono; en resumen, por los estigmas que recrean la esencia del género negro.

En el género negro son primordiales los asuntos éticos, además de los estéticos. Su objetivo artístico es ahondar en los aspectos del proceder humano y social, sobre todo en las sombras de las figuras abyectas, ocultas, perversas, violentas. Caminando a su lado debe estar el lector-espectador respirando con miedo, ansioso y malpensado.
El Ars poético que podría definir esta colección lo escribió Mario Escobar Velásquez en el acta de jurado en la que se premió Manos ineptas, un libro de Carlos Trejos que ganó el Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia en 1995.

“Muy difícilmente hubiera podido creer, antes del libro Manos ineptas, de Carlos Héctor Trejos Reyes, que pudiera hacerse poesía verdadera y honda sin una sola palabra untada de belleza o de bondad o de optimismo o de salud o de cielo o de esperanza o de verde […] poemas que hablan de cosas lúgubres, solamente, como tinieblas, ahorcamientos, Judas de Kerioth, condenas a fracturas y amputaciones, y malos tinos de la vida, y destrucciones, y naufragios, y trampas y muertes y fantasmas y partidas y muertes —para los de las buenas venturas— y ebriedades y sentencias y herencias de miserias y dolores y manos ineptas, como tullidas y engarabatadas...”

Los autores de Entre el miedo y el mal recorren cerca de ciento cincuenta años de poesía y crimen en Colombia. Un amplio grupo de autores que dan cuenta de una realidad que oprime afuera y adentro... Nadaístas como Gonzalo Arango, Eduardo Escobar y Jaime Jaramillo Escobar, representantes de la generación desencantada como José Manuel Arango y Juan Manuel Roca, del grupo Mito como Fernando Charry Lara y Álvaro Mutis, y poetas que no han sido incluidos en ninguna generación como Helí Ramírez, Piedad Bonnett, Raúl Gómez Jattin, Bernardo Arias Trujillo, entre muchos otros, que abordan temas como el miedo interior del hombre común, la vida de la cárcel, el pillaje, el suicidio, la guerra, nuestra guerra tan particular, que cada vez más asume la forma de la delincuencia.

La primera referencia de la búsqueda detectivesca emprendida por Restrepo apareció en un libro publicado a finales del siglo XIX, donde un ‘gato’ planea y ejecuta sus vueltas. Con esos versos infantiles de Rafael Pombo los invitamos a buscar y a leerEntre el miedo y el mal.

Sigan, habrá “francachela y habrá comilona”.
“Ya le he robado a papá / daga y pistolas; ya estoy / armado y listo; y me voy / a robar y matar gente, / y nunca más (¡ten presente!) / verás a Michín desde hoy”. UC


Ah y es de nuevo la mañana
Ah y es de nuevo la mañana
tibia y azul
El que está señalado
(en la lista hay una cruz después de su nombre)
liviano todavía
va por las calles
Trae la calavera llena de sueños
Limpio recién peinado
va a sus negocios
Cuando el asunto se despache un nombre
se tachará
Por ahora va por las calles.
José Manuel Arango

Los buscadores de la muerte 
Nando se fue por un pequeño hueco
de plomo que abrieron en su frente,
en la esquina de la carnicería.
Magila se deshizo en un chorro de sangre
que salió de su garganta
tras el cuchillo de su amigo íntimo.
Julio preparó un jugo
que de sus entrañas hizo surtidores.
A Carlos Mario lo sorprendió el amanecer
nadando en el charco de sangre
de su corazón partido.
Eduardo viajó a Cali en busca del puñal
que debería traer bien hondo en el pecho...
Este mundo no era la casa verdadera
de los buscadores de la muerte,
pues la casa verdadera es el amor.
Ellos, desde niños ya, andaban buscándola.
Entre los matorrales de nuestros juegos,
sus ojos ávidos bebían su corta estancia
en la tierra. Al ir creciendo, entraron
en los actos que la muerte suele frecuentar
y, a veces, sus manos hicieron que asumiera
el rostro de alguien.
Los buscadores de la muerte
no estaban a gusto en esta vida
y la dejaron pronto,
briznas de rocío en olvidada hierba.
Luis Fernando Macías

Desierto 
Las puntas de la lluvia en mis ojos.
Apacible, entre el olor a sudor de caballo,
y gotas fuertes que aplastan la tierra rojiza
reconozco el duelo.
Desafío el miedo centímetro a centímetro
y la tormenta me devuelve las imágenes
cuando intentamos el vuelo de los sueños.
La oscuridad es perfecta, la soledad amplia,
larga la distancia.
El disparo no despertará a mamá
.
Mery Yolanda Sánchez

El espejo No es verdad que los ojos sean el espejo del alma.
Si tal ocurriera, los asesinos caerían fulminados
Y nada sucede cuando el torturador
cruza
y se peina.
Ómar Ortiz

No nací para morir antes
de estar muerto 

De las ilusiones que me hago a alguna llego.
Yo no nací para morir antes de estar muerto.
Olvídese. Así
como no me quedé en la pared de una esquina
pegado de grafiti
en fondo de pantalla para un video.
Nada está perdido para mí.
Y fuera de la consigna “plata o muerte”
que a veces tan burda suena cuando
se escucha desde la comodidad o desde un
mediado estar
me he planteado otras consignas para ser
feliz entre la realidad cotidiana siempre de
reina cruel
cuando se está encajonado entre
un Mínimo de salario que no entrega
una noche de fiesta ni aunque se le
amenace y de la amenaza se pase al
hecho de dejarlo en las afueras de la
ciudad de basura en una bolsa negra..., al
Mínimo. Claro. Con mayúscula.
¿Muy viniendo traición?
Cuidado con ese muerto que quiere hablar.
Helí Ramírez



Nota: se puede adquirir en la sede de la Fiesta del libro, en las principales librerías de la ciudad. 






Tomado de:

http://cosario-de-mempo.blogspot.com/2015/03/lecturario-36-schweblin-kundera.html







Reseña publicada por Libros&Letras, el 12 y 26 de Septiembre de 2014
http://www.librosyletras.com/2014/09/entre-el-miedo-y-el-mal-la-poesia-en-el.html

http://www.librosyletras.com/2014/09/la-poesia-en-el-genero-negro.html
Libros y Letras | Noticias Culturales: Literatura y artes

La Poesía en el género negro
Posted by Libros y Letras on jueves, septiembre 11, 2014 No comments 
Por: Universocentro y Janeth Posada/ Medellín/ Colombia. 

En la próxima Fiesta del Libro se presentará el libro Entre el miedo y el mal (el género negro en la poesía colombiana) que recopila los poemas más representativos de la literatura del crimen en la poesía de nuestro país. Fieles a nuestro lema, “Cualquier cosa, menos quietos”, Universocentro se enorgullece de apoyar esta antología, un verdadero y novedoso hallazgo, en un medio en donde todavía hay quienes piensan que ya todo estaba descrito, que no había pequeñas joyas por descubrir. 

El género negro, novela y cuento incluidos, trata de explorar el mundo del crimen, describiéndolo desde adentro, penetrando en sus más secretos recovecos. Por ello mismo es que, como decía Paco Ignacio Taibo II: “una buena novela negra investiga algo más que quién mató o quién cometió el delito, investiga a la sociedad en la que los hechos se producen. Empieza contando un crimen, y termina contando cómo es esa sociedad”. 

Su búsqueda, más allá de encontrar o no un culpable, es también una búsqueda estética con una motivación que puede ser abiertamente filosófica o sociológica: encontrar la verdad, describir el entorno deteriorado por el miedo, la inseguridad, la violencia, la venganza, la maldad o la corrupción, y tratar de describir cómo esas características impactan al ser humano e influyen en él como víctima o victimario, detallando el sentido de las relaciones entre los dos protagonistas: cómo la sociedad cambia al individuo y cómo este se deja transformar por aquella, casi siempre para mal. Pero lo más llamativo es la descripción de las atmósferas: callejones y antros oscuros y asfixiantes; injusticia, traición, inseguridad y depravación. El ambiente —primordialmente urbano— de barrio, de esquina, de bajos fondos, es lo que lo define en sus límites territoriales. 

Y porque le gusta a los escritores y a sus lectores explorar este mundo del crimen —y aquí nos centramos de modo particular en la novela negra— este tipo de literatura se ha extendido por todas las latitudes, cada vez con un mayor número de adeptos y un respeto creciente por los títulos que se publican. Nuestro país no es la excepción: Gonzalo EspañaRamón Illán BaccaSantiago Gamboa,Mario Mendoza, para citar algunos. Novelas y cuentos donde predominan las ya conocidas atmósferas que transpiran miedo, violencia, injusticia, inseguridad, corrupción, como espejo de lo más convulso de nuestra sociedad, y donde debe prevalecer la acción, como corresponde a cualquier obra narrativa. 

Y he ahí lo interesante del libro Entre el miedo y el mal, antología compilada por el escritor antioqueño Emilio Alberto Restrepo: la mirada a ese mundo oscuro desde una nueva perspectiva. Dado que no es la acción sino la búsqueda de una imagen, de una sensación, la expresión de un sentimiento o de una reflexión lo que quiere lograr el poeta, las posibilidades se abren al universo íntimo en el que se mueve la poesía, aunque nos hable de la vida de afuera. Digámoslo así: si en la novela un hombre acuchilla a otro en la mitad de una calle, en la poesía podremos oír la voz interior de quien se prepara para asesinar o quien se prepara para ser asesinado. Se abre también la posibilidad de un nuevo lenguaje, pues la sonoridad y la cadencia propias de la poesía se mezclan con el lenguaje casi siempre llano y crudo del llamado género negro y en su mixtura ambos se enriquecen. 

Restrepo, autor de La milonga del bandido (novela, 2005), Después de Isabel, el infierno (novela, 2012) y Un asunto miccional y otros casos de Joaquín Tornado, detective (cuentos, 2013), entre otros, se puso en la tarea de rastrear poemas con temática negra en la literatura colombiana. Asunto nada fácil, dado que hasta ahora no se había hecho una recopilación de este tipo y los poemas se encuentran desperdigados en cientos y cientos de páginas escritas por poetas de todas las vertientes —lo cual resulta natural a la luz de nuestra historia. Sin embargo, luego de un rastreo amplio, no se encuentran en la literatura colombiana referentes previos consolidados en cuanto a la existencia de “lo negro” en la poesía. Por lo menos como género. Lo que existe son intentos aislados, poemas que deambulan y conspiran cada uno por su lado, pero sin unidad temática, sin circunscribirse en corrientes o movimientos. Esta antología trata de ser el primer intento. Ese es su gran valor, su verdadero aporte, la impronta que lo define y lo hace un proyecto novedoso y original. 

El ejemplo más lejano en el tiempo, y quizá el hallazgo más curioso, es “El gato bandido” de Rafael Pombo (1833-1912), quien, desde la aparente inocencia del poema infantil, anuncia la elección del bandidaje como estilo de vida: “Ya le he robado a papá/ daga y pistolas; ya estoy/ armado y listo; y me voy/ a robar y matar gente,/ y nunca más (¡ten presente!)/ verás a Michín desde hoy”. Y aunque en principio causa gracia su lectura, la sonrisa desaparece cuando uno recuerda que estas palabras se repiten a lo largo de toda nuestra geografía, pero ajenas a cualquier música y sin un final alentador. 

El más reciente es del poeta pamplonita Ricardo Contreras (1983), “Desde el jardín junto a tu silencio”: “y la voz cortada por el recuerdo/ surtía a lo lejos una tristeza de animal herido,/ y ni un rostro con el cual bautizar nuestros miedos,/ ni una sola forma con la cual concertar nuestro dolor”. Contención en el lenguaje que expresa un desasosiego profundo. 

Entre estos dos poetas hay ciento cincuenta años de diferencia y un nutrido grupo de autores que, probablemente sin la intención de hacer parte de esta corriente, y sí con la necesidad de liberarse, dan cuenta de una realidad que oprime afuera y adentro… Nadaístas como Gonzalo ArangoEduardo Escobar y Jaime Jaramillo Escobar, representantes de la generación desencantada (José Manuel ArangoJuan Manuel Roca), del grupo Mito (Fernando Charry LaraÁlvaro Mutis) y poetas que no han sido incluidos en ninguna generación, pero que no por ello son menos importantes: Helí Ramírez,Piedad BonnettRaúl Gómez JattinBernardo Arias Trujillo, entre muchos otros, que abordan temas como el miedo interior del hombre común, la vida de la cárcel, el pillaje, el suicidio, la guerra, nuestra guerra tan particular, que cada vez más asume la forma de la delincuencia. 

Esta antología es pues una muestra valiosa del paso de lo oscuro por el género más sublime. Un primer acercamiento que seguramente obligará a los inquietos a continuar la búsqueda. Y aunque, como toda antología, obedece a un criterio personal, la selección cumple su cometido: “recopilar textos representativos que hacen alusión a ese mundo sin perder la música, sin sacrificar esa cadencia que siempre deja algún sinsabor en el espíritu, como en los buenos tangos (…), con el gusto agridulce de la insatisfacción, en seres humanos marcados con el sello de la perdición y la derrota”, como bien dice Emilio Alberto Restrepo en su texto de presentación.

En resumen, Colombia sí hay una tradición poética que tiene que ver con el crimen, que trata de pintar imágenes del bajo mundo, que recrea metáforas alusivas al oscuro universo de la muerte y del delito en un ambiente urbano cargado de asperezas y conflictos sociales. Sin embargo, luego de un rastreo amplio, no encontramos en la literatura colombiana referentes previos consolidados en cuanto a la existencia de “lo negro” en la poesía. Por lo menos como género. Lo que existe son intentos aislados, poemas que deambulan y conspiran desperdigados en periódicos, libros y revistas, pero sin unidad temática, sin circunscribirse en corrientes o movimientos. Esta antología trata de ser el primer intento.


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RESEÑA PUBLICADA POR EL PERIODICO  EL COLOMBIANO DE LOS TEXTOS MAS RECOMENDADOS EN LA FIESTA DEL LIBRO 2014



Detalle:



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Vida y cultura

  • Medellín, 16 de septiembre de 2014
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La sangre que llega al verso
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La sangre que llega al verso

Entre el miedo y el mal es la primera antología de poesía de género negro en Colombia.
POR JOHN SALDARRIAGA | Publicado el 16 de septiembre de 2014
¿Por qué la poesía, por lo menos en la literatura colombiana, no tiene representación en el género negro?

Esta pregunta, que en su seno contiene una negación categórica, fue pronunciada por el escritor y cineasta Andrés Burgos, en una conferencia del II Congreso Internacional de Literatura "Medellín negro". Y la idea cayó en la mente inquieta del escritor Emilio Alberto Restrepo, el autor de Después de Isabel el Infierno; ¿Alguien ha visto el entierro de un chino? y Un asunto miccional y otros casos de Joaquín Tornado, detective, novelas y relatos policíacos, y desde ese momento comenzó su tarea de demostrar lo contrario.

Más de un año pasó Emilio revisando poesía de todos los tiempos, más de 200 libros entre poemarios de autores específicos y antologías. Y el resultado: Entre el miedo y el mal. El género negro en la poesía colombiana.

"Es cierto que ningún poeta se dedica a este género de manera específica, pero gran parte de los colombianos tienen uno que otro poema sobre el crímen; así como escriben sobre lo cotidiano, lo hacen sobre la violencia", dice, aunque reconoce que hay un autor contemporáneo que dedica libros enteros al asunto: Jaime Jaramillo Panesso. Poemas malevos es uno de sus poemarios.

Y encontró que uno de los autores más queridos del país, Rafael Pombo, escribió un poema que es un verdadero manifiesto de criminal: El gato bandido:

Michín dijo a mamá:/ "voy a volverme Pateta,/ y al que a impedirlo se meta/ en el acto morirá./ ya le he robado a papá/ daga y pistolas; ya estoy/ armado y listo; y me voy/ a robar y matar gente...

De 180 piezas iniciales, comenta, fue decantando hasta dejar el libro en 83. Algunos los sustrajo por falta de calidad y otros porque si bien se referían a la muerte se prestaban para ser entendidos como alusivos a muerte natural.

Juan Manuel Roca, Jaime Jaramillo Escobar, Héctor Rojas Herazo, Piedad Bonnett, Óscar Hernández Monsalve, José Manuel Arango, Raúl Gómez Jattin, Eduardo Escobar, Carlos Castro Saavedra, María Mercedes Carranza, Juan Gustavo Cobo Borda, Gonzalo Arango y Nicolás Suescún son algunos autores de los poemas de este volumen.

"Bellísimos y escalofriantes". Así los califica Restrepo, quien propone su libro como un punto de partida para seguir explorando el tema y, por supuesto, para seguir escribiendo poemas que enriquezcan el género negro.

DE HELÍ RAMÍREZ: LO VOLVIERON A BUSCAR

Después de matado,

familias, amistades, conoci- dos y curiosos,

realizaron la ceremonia final:

lo enterraron en tierra,

lo enterraron en el recuerdo.

Ida para sus casas familia,

amistades, conocidos y curio- sos

quienes lo mataron lo volvie- ron a buscar,

lo desenterraron de la tierra,

lo desenterraron del recuerdo,

y lo volvieron a matar

EN DEFINITIVA

Entre el miedo y el mal es la primera antología de poesía colombiana en género negro. Preparada por Emilio A. Restrepo, se presentará el jueves en la Fiesta.
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VIDEO ENTRE EL MIEDO Y EL MAL(El género negro en la poesía colombiana)


https://www.youtube.com/watch?v=V_gkKevXqtM&feature=youtu.be









En la Fiesta del Libro de 2014, en el evento Medellín Negro, el escritor 
Emilio Alberto Restrepo hizo el lanzamiento de la antología: 
ENTRE EL MIEDO Y EL MAL(El género negro en la poesía colombiana), 
en la que recopila poemas colombianos que tienen que ver con el mundo 
del crimen.


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Poesía negra, antología en el nuevo libro "Entre el miedo y el mal"

Orlando Ramírez Casas

13:09 (Hace 19 horas.)

Hola, jóvenes:

Los Escobares siriríes de Titiribí son familia de poetas. Hay muchos en sus filas y en las de los otros Escobares Pateperros, Despicados, y Hacheros, que poblaron el suroeste antioqueño. Pero los Escobares son también familia de locos, como el que vivía en el sembrado de aguacates llamado antiguamente El Aguacatal, al lado de la quebrada la Aguacatala, que desde finales del siglo XIX llaman El Poblado. El Escobar del Aguacatal tomó un hacha y dio muerte a los parientes que lo acompañaban en la casa cuya descendencia por su culpa se siguió llamando de los Hacheros. El crimen del Hachero es todavía conocido como “Crimen del Aguacatal”. Algunos versos se escribieron describiendo su crimen y aparecieron en folletos de periodismo amarillo que vendían en Guayaquil y no sé si en la cacharrería La Campana. Pero no son esos versos dignos de figurar en antologías de poesía del crimen, y ni siquiera lo son los del poeta Arcesio Escobar Uribe en el poema titulado “La Gabriela”, que aparece en el blog Postigo de Orcasas. Lástima que Camilo Escobar Quijano, que era de los siriríes, no hubiera sido poeta de pluma, así lo fuera de corazón. Sólo un poeta de corazón, diría yo, se enamora de esa manera tan obsesiva y paranoica de una mujer que se casó con otro tan apuesto como él pero mucho más rico y poderoso que él. Por seguir enamorado de ella y seguirla considerando su novia cuando ya era mujer casada y madre de muchos hijos, le dio por ir a buscar la muerte en la finca donde su amada vivía. Allí se encontró con el cañón de la escopeta del marido que no tuvo otra solución para quitárselo de encima. Si en vez de picar pleitos Camilo se hubiera dedicado a escribir poemas, esos poemas bien hubieran podido figurar en antologías del amor. O si alguno de los buenos poetas que ha dado su familia hubiera contado en verso de cómo fue que el hombre enamorado encontró que la mejor manera de suicidarse era provocando la furia de su rival. 

Hay ahí material para un poema, y ese poema podría figurar en la antología que en un libro está publicando el periódico Universo Centro y va a ser presentado en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín 2014. Es una recopilación del médico y autor de novela negra Emilio Restrepo Baena, y saldrá con el título Entre el miedo y el mal –El género negro en la poesía colombiana”. La página del periódico que reseña con una muestra este novedoso género puede verse en el enlace del blog del Dr. Restrepo y los invito a leerlo, así como a estar pendientes del libro, y comprarlo, y gozarlo, y degustarlo, y disfrutarlo como se degusta ese verso póstumo que José Dicenta Sánchez pone en boca del abandonado Waldo de los Ríos: “Y a la luz difusa de la madrugada, me quité la vida… para no matarla”. Bien que hace parte este verso del género de la poesía negra; como hace parte de ella la letra de la canción cantada por Juan Arvizu: “Señor Juez: yo la quería como a nadie podría querer más. De ella fueron mis anhelos, mis fatigas y desvelos, la locura de mi afán… sin saber que allá en su pecho se escondía el puñal de la pérfida traición”. En las letras de tangos, de boleros, y de rancheras, sí que se encuentra el género de la poesía negra.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)

                +++++++++++++++++++++++  


Aquí, una reseña publicada en la revista de la UNIREMINGTON:

http://emiliorestrepo.blogspot.com.co/2016/12/resena-del-libro-entre-el-miedo-y-el.html

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