RATA DE BIBLIOTECA
https://www.youtube.com/watch?v=KNqCk4CMF4k
Uno de los
mejores lectores que conocí fue Jorge Villegas, hombre humilde, vecino de toda
la vida. Sabía todas las historias, conocía todos los autores, siempre tenía un
libro con él, que lo acompañaba donde fuera. En la vida normal era cordial,
aunque un tanto seco; no hablaba de chismes, noticias, futbol o política, solo
de literatura. Ahí pasaba de ser callado a ser incontenible, pedagógico, apasionado.
Era soltero, no se le conocían familiares, trabajaba como vigilante en unos
depósitos de Empresas-Varias, por lo que podía leer a su gusto.
Tenía un
defecto: no prestaba ni facilitaba libros, se negaba de plano y sin cortesía a
compartirlos. Y eso que, aunque nadie había entrado a su residencia, se decía que
tenía una biblioteca gigante, que ocupaba varias paredes con la estantería
repleta de ejemplares organizados, protegidos del polvo con plásticos y
cortinas, haciendo contraste con la notoria ausencia de muebles y decoración.
Solo lo básico, de pronto una nevera, una cama y la poltrona de lectura. Y lo
sabíamos, vista de refilón, porque su casa era muy pequeña, si mucho con 2
cuartos, la cocineta y la sala.
Un día
cualquiera no lo volvimos a ver, nadie entraba o salía por su puerta, hasta nos
atrevimos a tocar sin recibir respuesta. Al tiempo todo se supo. Había fallecido
de un balazo, producto de un atraco en la bodega en la que trabajaba. Unos
tipos se metieron y ofreció resistencia; poco entrenado para estar alerta por
pasar leyendo, no reaccionó a tiempo y quedó muerto en el acto; sobre su pecho
quedó un libro que alcanzó a mancharse con su sangre.
Unos
funcionarios vinieron a su vivienda y los vecinos supimos la verdad: tenía mas
de 3000 libros, todos sacados durante años, de manera sistemática y sin permiso,
de todas las bibliotecas de la ciudad. Aun tenían la ficha, no se había
molestado en despegarla. Nunca los devolvió.
NOTA: La entrevista completa (con Luis Fernando Macías) la pueden ver en:
https://www.youtube.com/watch?v=yKfYAJmiFxk&list=PLxb2lyp0lZCTvZ1rNrPr30Kxwtebgr5_P&index=1
Leyó lo mejores. Murió con el sagrado libro sobre el pecho. Vivió intensamente, como pocos. Seguro el atracador lo esculcó. Y no le encontró sino sabiduría. Que no le servía a él para nada. Pero le facilitó al lector, su propio cielo.
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