EL SÍNDROME DE LA PRIMERA PRINCESA Emilio
Alberto Restrepo*
Es muy común, más de lo que se reconoce en público,
que los escritores participen en concursos literarios. Desde el punto de vista
de la probabilidad matemática, lo más factible es que se pierdan, dado que el
ganador es solo uno entre cientos, a veces miles, de participantes. A veces hay
premios de consolación con un segundo o un tercer premio, muchas veces en
metálico, otras con edición y otras veces se declara una lista de finalistas
que según el jurado merecen ser exaltados. Casi nunca se gana, casi siempre se
pierde, a veces queda uno en la zona fantasma de los seleccionados no ganadores
en la recta final, alimentando la egoteca con publicaciones que de entrada
descalifican al texto para seguir participando en otros concursos, pero uno se
la cree, por el poder que tienen las letras impresas para estimular la vanidad
y la sensación de que se están haciendo las cosas bien, de que solo fue que
“nos faltaron cinco centavos para el peso”, de que la próxima vez puede que nos
vaya mejor, de que hay que seguir intentando. Este es el llamado “síndrome de
la primera princesa”, cuando se obtienen estos premios de consolación para el onanismo
mental que uno piensa que son mejor que nada, pero que al final resultan siendo
efectivamente poco menos que nada, tema de burlas a nuestras espaldas o de
palmadas de felicitación en los talleres literarios y algo de aspaviento pasajero
en redes sociales.
En 2019 me sucedió a mí, no gané ninguno, pero quedé
de primera princesa en varios. Curiosamente todos en microcuento, genero en el
que no tenía casi ninguna experiencia. Para no pasar solo el trago amargo del
éxito tan obstinadamente esquivo, he decidido compartirlos con el improbable
lector. Ya están quemados, no se pueden usar en otros eventos, entonces que sea
un motivo para hacerlos públicos y de pronto hacer que alguien les encuentre un
nuevo sentido.
1. En
el Concurso de microcuento de la Fundación Haceb – 100 palabras, 80 años
contando historias –, en el cual participaron más de 500 microrrelatos, fui seleccionado con 2
relatos. Uno(DUDA) quedó de tercero, con placa, dinero y publicación, y
otro(SALA DE JUNTAS) quedó de 9, entre los 100 publicados en las memorias del
evento.
DUDA
Luego de la reunión con la chica,
procedió a cortar los filetes con el cuchillo eléctrico, los ordenó
cuidadosamente en el refrigerador, limpió las entrañas con la manguera del
dispensador de agua, batió y licuó los aliños para adobar las carnes que iba a servir
en el banquete, utilizó la picadora para hacer el paté con las vísceras. Con aspiradora, lavadora y
secadora, limpió todo vestigio de lo que había pasado aquella tarde en
la alcoba, sala y cocina. Asepsia total. Satisfecho, el hombre
se preguntó cómo demonios se practicaba la antropofagia antes de la invención
de los electrodomésticos.
SALA DE JUNTAS
Los electrodomésticos definieron, en
una electrizante reunión en la que
batieron y ventilaron ideas,
mientras aspiraban consensos, licuaban
conceptos y congelaban propuestas, que ya estaba bueno del predominio humano; a
partir entonces ellos tomarían el control y reemplazarían board por cerebro y chip por corazón, pues habían
demostrado ser falibles, corrompibles y muy poco confiables. El fax emitió un
comunicado, la impresora lo concretó, el bafle lo transmitió…En el momento de
firmar el acta, Rosita-la-de-los-tintos tropezó y desconectó el transformador
de la energía. La sala quedó oscura y en silencio y todo volvió a la
normalidad.
2. PARCHE
CON RULETA RUSA, un cuento de mi autoría, finalista en el concurso "Échame
un cuento" convocado por el periódico Q´hubo en septiembre de 2019. Quedó
de 4to entre 250 participantes
PARCHE CON RULETA RUSA
Me llamó mucho la atención que ese parche del 31 de
diciembre en el barrio, del que tanto escuché hablar, para mí fue el primero y
el último.
Me llegaban cada año cartas y postales en las que
narraban cómo había sido el del fin de año que pasó, cada vez mejor que el
anterior, las llamadas daban cuenta de lo maravilloso que era estar en esa
rumba, de lo que me estaba perdiendo, que cuándo iba a regresar y yo con las
disculpas, que el billete, que el trabajo(en realidad los tres trabajos) que
estar indocumentado, que mi novia mexicana(pero con papeles, esperando un
hijo), y mil justificaciones que lo que hacían era demostrar un improbable
retorno cada vez más lejano.
(Hago notar que antes las fiestas eran reposadas, un
tanto contenidas, pero desde que llegó Calofe al barrio, luego de un coronis,
impregnó la cuadra de desborde, y desde entonces la francachela nunca volvió a
ser la misma: desmadre total)
Hasta que un día retorné al barrio. Me había casado;
como ella era ciudadana me hice ciudadano legal, el embarazo abortó, creo que
por tanta trabajadera y esas estaciones a las que nunca nos acostumbramos. Nos
desgastaron las culpas y los reproches, y en una rabia, apenas tuve los
papeles, hice todas las locuras posibles, entre otras renunciar a 2 trabajos
porque no me dieron el permiso y me vine para Colombia. ¡Era diciembre, me iba
a tocar gozarme el parche que durante años me había sido negado!
Volví casi como un héroe de guerra, supe que me
apodaron “Gringo” y se corrió la fama de que había regresado
“atascado-en-los-billetes”. Era cierto que había ahorrado, tenía más que los
muchachos que había dejado en el vecindario, pero distaba mucho de ser un
magnate. Y lo que tenía me lo había conseguido trabajando como un burro, nada
ilegal, mucho menos traqueteando.
Y supe que Calofe tenía mucha curiosidad de ver cómo
estaba yo, no sé si marcando territorio, lo cierto del caso fue que se notaba
un tanto retador y con aires de macho-alfa con ganas de demostrar
quien-la-tenía-más-grande.
Resumo: Entre tragos, chanzas e historias, la gente
fue tomando partido por mí, me veían más refinado y a Calofe como el cafre que
era, nunca había sido mas que un aparecido que consiguió plata a punta de
torcidos. Y se notaba. Fue un contrapunto total, el ambiente estaba tenso y
prometía ponerse peor. Y se puso. Con decirles que al final me retó delate de
todos a jugar a la ruleta-rusa y yo estaba tan prendido y tan asado, que
acepté. Hicimos cada uno de a 4 disparos, haga de cuenta una final a los
penaltis y en el último, la cabeza le voló en mil pedazos. Quedamos todos en
shock.
Sobra decir que, entre policías y compinches, me tuve
que abrir del parche y volví en-bombas a la USA con la mexicana. La encontré
suavecita y aún vivo con ella. Les cuento: Está otra vez embarazada. Hay
esperanzas.
3. El
microcuento OFICIO, de mi autoría, quedó en el segundo puesto en la
convocatoria de la primera edición del “CONCURSO INTERNACIONAL DE MICRORRELATOS
MÉDICOS AMIR", organizado por AMIR MÉXICO en colaboración con CITA EN LA
GLORIETA y TOPmicrorrelatos. Me dieron un estetoscopio marca Littmann. Aquí
está la noticia:
Aquí les comparto el microcuento:
OFICIO
- Bájese sin escándalo… deme las llaves, no quiero
matarlo.
- Tranquilo, no me haga daño, no dispare.
No tenía opción. A tropezones, con una opresión en su
pecho y una voz apenas más temblorosa que sus piernas, se bajó; viendo aquella
mirada fiera, contundente, entendió que era un experto, un profesional.
Entonces, sin quererlo, lo miró a los ojos. Hubiera
deseado no haberlo reconocido…maldijo. Se sintió miserable cuando se oyó
balbuceando como un imbécil:
- Mendoza…¿no me reconoce? Soy el doctor Restrepo, el
que lo operó cuando usted llegó herido al hospital. Recuérdeme, Mendoza; yo lo
cuidé, nos hicimos muy amigos cuando usted casi muere abaleado.
- Claro que me acuerdo, médico. Yo estoy vivo gracias
a usted. Pero usted estaba trabajando, hizo bien su labor... Ahora yo estoy en
mi trabajo y hago muy bien mi oficio.
No sintió nada. Pensaba que las balas dolían al entrar
y se alegró de que no fuera así. Le pareció muy duro el suelo y triste la forma
cómo se diluyeron recuerdos, afectos, apegos, el orgullo, ese cuerpo que ya
casi no estaba, ese líquido caliente que humillaba su hombría, ese frío que le
desgarraba el alma....
_______________________________________________________________
* IDENTIFICACIÓN DEL ESCRITOR
Médico, especialista en Gineco-obstetricia y en
Laparoscopia Ginecológica.(U.P.B. , U. de A. , CES, Respectivamente). Profesor,
conferencista de su especialidad. Autor de cerca de 20 artículos médicos. Ha
sido colaborador de los periódicos LA HOJA, CAMBIO, EL MUNDO, y MOMENTO MEDICO,
UNIVERSOCENTRO. Tiene publicados los libros “TEXTOS PARA PERVERTIR A LA
JUVENTUD”, ganador de un concurso de poesía en la U. de A. (Dos ediciones) y la
novela “LOS CIRCULOS PERPETUOS”, finalista en el concurso de novela breve
“Álvaro Cepeda Samudio” (Cuatro ediciones). Ganador de la III convocatoria de
proyectos culturales del Municipio de Medellín con la novela “EL PABELLON DE LA
MANDRAGORA”, (2 ediciones). Actualmente circulan sus novelas "LA MILONGA
DEL BANDIDO" Y "QUE ME QUEDA DE TI SINO EL OLVIDO", 2da edición,
ganadora del concurso de novela Talentos Ciudad de Envigado, 2008. Actualmente
circula su novela "CRONICA DE UN PROCESO" publicada por la Universidad
CES. En 2012, Ediciones B publicó un libro con 2 novelas cortas de género
negro: DESPUES DE ISABEL, EL INFIERNO y ¿ALGUIEN HA VISTO EL ENTIERRO DE UN
CHINO? En 2013 publicó DE COMO LES CRECIO EL CUELLO A LAS JIRAFAS Este libro
fue seleccionado por Uranito Ediciones de Argentina para su publicación, en una
convocatoria internacional que pretendía lanzar textos novedosos en la
colección "Pequeños Lectores", dirigido a un público infantil.
Fue distribuido en toda América Latina.
Ganador en 2016 de las becas de presupuesto participativo del Municipio de
Medellín, con su colección de cuentos GAMBERROS S.A. que recoge una colección
de historias de pícaros, pillos y malevos. Con la Editorial UPB ha publicado
desde 2015 4 novelas de su personaje, el detective Joaquín Tornado. En 2018
publicó su novela Y NOS ROBARON LA CLÍNICA, con Sílaba editores.
• Más
información
Serie de YOUTUBE: CONSEJOS A UN JOVEN COLEGA: https://www.youtube.com/watch?v=q2vUFA5U-ks&list=PLm-lfL5KTbVOjHC0N-0MJveoeRRfLY4EP
Cuentos Leídos por el autor:
FB: Emilio Alberto Restrepo
Twitter: @emilioarestrepo
Email: emiliorestrepo@gmail.com