Presentación del libro"LAS QUEBRADAS DE MEDELLÍN, una crónica poética", de Enrique Posada
PRESENTACIÓN
Por Emilio
Alberto Restrepo Baena
Nuestro País es privilegiado por tener un tesoro
hídrico que lo hace una de las reservas acuíferas más destacadas del mundo [1].
A pesar de que seguimos contando con esta suerte y nuestros arroyos y riachuelos
han sido la imagen de la naturaleza vital, un hábitat pletórico de flora y
fauna, una permanente fuente de abastecimiento de agua, que equivale a vida, a
movimiento, a salud, a frescura, las cosas han ido cambiando con el paso del
tiempo. Y no necesariamente para bien.
Cuando Colombia hizo su transición de rural a
mayoritariamente urbana, ya sea como consecuencia del desarrollo desaforado de
la segunda mitad del siglo XX, o por desplazamientos forzados por persecución
política o en medio de una lucha por la tierra, o por migraciones con
motivación económica o por industrialización de las crecientes ciudades, empezó
a perder contacto con uno de los referentes más apreciados de la cultura y el
goce personal: sus ríos y quebradas.
A las sociedades que crecieron en las concentraciones
urbanas a partir de los años 60´s y 70´s les tocó dejar de tener contacto con
los caudales hídricos y los que empezaron a ver en su vida cotidiana ya no eran
campestres ni limpios sino que se convirtieron en canalizaciones que vertían su
corriente al río principal de cada ciudad y mutaron en vertederos de basuras, de
desechos industriales y afluentes de alcantarillados, sacrificando los
ecosistemas que ancestralmente crecían alrededor de sus cauces. Ya no fluía en
ellos la vida, ya no se podía apropiar en su lecho de la lúdica de un baño
refrescante que congregaba la familia y los amigos o de un día de campo en las
praderas que reverdecían a sus orillas, o el divertimento de pescadores que
gastaban horas enteras en sus riveras. Y ni qué decir de las lavanderas que se
aposentaban en sus orillas a lavar la ropa ajena cuando esta función se hacía
sin la ayuda de los electrodomésticos. Todas esas actividades están
prácticamente erradicadas. Las nuevas generaciones las desconocen por completo.
Pero siempre queda la memoria y la búsqueda permanente
del conocimiento, que es lo que genera la creatividad y las propuestas en los
hombres que no se resignan al conformismo ni se sientan a renegar de los
tiempos idos ni a evocar con desesperanza las buenas viejas épocas que ya nunca
volverán.
De eso se trata esta propuesta de Enrique Posada
Restrepo. Es una portentosa idea la suya de recorrer a pie metro a metro todas
las quebradas de Medellín, y al tiempo que realiza un diagnóstico con su ojo de
ingeniero entrenado, hace una recreación poética y literaria con su
sensibilidad artística, expresándola en fotografías, gráficos, dibujos,
reflexiones, propuestas y textos llenos de lirismo y sentido común. Y no se
resigna solo a exponer problemas. Cada frase suya genera una solución, un
pensamiento, una alternativa, una salida, para eso que es un reconocido líder
en el área del reciclaje y la optimización con criterio ecológico de los
residuos industriales. Porque, además, Enrique entiende que el hombre se debe
apropiar de los espacios que habita, piensa con convicción que hay que conocer
los entornos que nos acogen y con su sensibilidad ve poesía y pretextos para la
creación en donde otros solo ven desechos y malos olores.
Muy valiosa esta obra. Desde el punto de vista del
género, es inclasificable, porque toca con lo técnico, con lo literario, con lo
filosófico, con lo pictórico, con lo ecológico. Es como el mismo autor, a quien
algunos de los que bien lo conocen, lo definen como de la generación de los
“últimos renacentistas”, por su descomunal capacidad de creación y docencia que
tiene que ver con el dibujo, la música, la poesía, el emprendimiento, la
fotografía, la crítica cinematográfica, la divulgación científica, la
superación personal, las propuestas empresariales, siempre con el humanismo y
la pedagogía marcando todos sus actos públicos o privados, siempre disparando
conceptos y desarrollo, comprometido con la creación de empleo y la generación
de oportunidades, lo que lo convierte, literalmente, en una “máquina-humana de
ideas”, un “torrente de creatividad que nunca se detiene” (definiciones que en
lo personal he escuchado sobre él y que comparto), además de dirigente gremial
muy destacado y ser humano integral y sin tacha.[2,3,4]
Pienso que este libro debería ser conocido y degustado
por muchas personas, empezando por nuestros gobernantes, que de manera tan
oportunista se acuerdan de las aguas y los asuntos ecológicos cuando están
recogiendo votos y después desechan los excedentes de las campañas a los lechos
de los ríos, por el hombre del común que habita y padece los barrios con una
quebrada a sus pies, por los amantes de la literatura y la poesía, por los
defensores del medio ambiente, por los que creen, como Enrique, que no todo está
perdido y todavía podemos aferrarnos a una esperanza, y luchar por ella, y
disfrutar estéticamente con ella. Es encantador y asombroso ver cómo les da
cuerpo a sus ideas, ser testigo de la lucha por sus utopías, mirar en primera
fila su forma de amasar proyectos que parecen sacados del anaquel de las causas
perdidas y ver cómo se materializan y alzan vuelo en cada nueva iniciativa, en
cada texto, en cada conferencia. Este libro es la reciente muestra de esa lucha
sin tregua en pro de la originalidad y en la búsqueda de la excelencia.
Pienso que esta obra es un trabajo monumental y
quijotesco de muchos años que merece su espacio en la buena literatura sobre
Medellín, en aquella que no tiene reflectores, pero que llega al alma del
individuo y de la ciudad y tiene la capacidad de transformarlos. En aquella que
brota de los espíritus sensibles para dejar huella, para provocar una
experiencia estética genuina y una reflexión profunda que vaya más allá de los
oportunismos, de las vanidades, de los conciliábulos. Debería rotar de mano en
mano por colegios e institutos descentralizados, servir como hoja de ruta para encontrarnos a nosotros mismos, para deshacer los pasos equivocados, las
esperanzas olvidadas, las ilusiones rotas. Este libro plantea una forma distinta
de ver, de sentir y de apropiarse de Medellín como pocos lo han hecho.
Medellín, febrero de 2020
REFERENCIAS
[2] http://scienti.colciencias.gov.co:8081/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_rh=0001346945
3. https://www.autoreseditores.com/eposadar
3. https://www.autoreseditores.com/eposadar
Emilio
Alberto Restrepo Baena es médico y escritor
Un honor leer este prólogo de un escritor meritorio
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