PARCHE CON RULETA RUSA
(Cuento de mi autoría, finalista en el concurso "Échame un cuento" convocado por el periódico Q´hubo en septiembre de 2019. Quedó de 4to entre 250 participantes
Me llamó
mucho la atención que ese parche del 31 de diciembre en el barrio, del que
tanto escuché hablar, para mí fue el primero y el último.
Me llegaban
cada año cartas y postales en las que narraban cómo había sido el del fin de
año que pasó, cada vez mejor que el anterior, las llamadas daban cuenta de lo
maravilloso que era estar en esa rumba, de lo que me estaba perdiendo, que cuándo
iba a regresar y yo con las disculpas, que el billete, que el trabajo(en
realidad los tres trabajos) que estar indocumentado, que mi novia mexicana(pero
con papeles, esperando un hijo), y mil justificaciones que lo que hacían era
demostrar un improbable retorno cada vez
más lejano.
(Hago notar
que antes las fiestas eran reposadas, un tanto contenidas, pero desde que llegó
Calofe al barrio, luego de un coronis, impregnó la cuadra de desborde, y
desde entonces la francachela nunca volvió a ser la misma: desmadre total)
Hasta que un
día retorné al barrio. Me había casado; como ella era ciudadana me hice
ciudadano legal, el embarazo abortó, creo que por tanta trabajadera y esas
estaciones a las que nunca nos acostumbramos. Nos desgastaron las culpas y los
reproches, y en una rabia, apenas tuve los papeles, hice todas las locuras
posibles, entre otras renunciar a 2 trabajos porque no me dieron el permiso y
me vine para Colombia. ¡Era diciembre, me iba a tocar gozarme el parche que
durante años me había sido negado!
Volví casi
como un héroe de guerra, supe que me apodaron “Gringo” y se corrió la fama de
que había regresado “atascado-en-los-billetes”. Era cierto que había
ahorrado, tenía más que los muchachos que había dejado en el vecindario, pero
distaba mucho de ser un magnate. Y lo que tenía me lo había conseguido
trabajando como un burro, nada ilegal, mucho menos traqueteando.
Y supe que
Calofe tenía mucha curiosidad de ver cómo estaba yo, no sé si marcando
territorio, lo cierto del caso fue que se notaba un tanto retador y con aires
de macho-alfa con ganas de demostrar quien-la-tenía-más-grande.
Resumo:
Entre tragos, chanzas e historias, la gente fue tomando partido por mí, me
veían más refinado y a Calofe como el cafre que era, nunca había sido mas que
un aparecido que consiguió plata a punta de torcidos. Y se notaba. Fue un
contrapunto total, el ambiente estaba tenso y prometía ponerse peor. Y se puso.
Con decirles que al final me retó delate de todos a jugar a la ruleta-rusa y yo
estaba tan prendido y tan asado, que acepté. Hicimos cada uno de a 4 disparos,
haga de cuenta una final a los penaltis y en el último, la cabeza le voló en
mil pedazos. Quedamos todos en shock.
Sobra decir que,
entre policías y compinches, me tuve que abrir del parche y volví en-bombas
a la USA con la mexicana. La encontré suavecita y aún vivo con ella. Les
cuento: Está otra vez embarazada. Hay esperanzas.
Aquí lo leo para TELEDONMATÍAS
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