Publicado originalmente en: Ficción, la revista # 8 diseñada y dirigida por el maestro Saul Alvarez Lara, que incluye textos de Emperatriz Muñoz Pérez Memo Anjel Reinaldo Spitaletta Emilio Alberto Restrepo William Rouge Olga Isabel Restrepo Baena Julian Estrada Ochoa Claudia Restrepo Ruiz Luís Calderón Angela Maria Gaviria Rico @Mauricio Torres Paredes @Maria Cecilia Cadavid Moreno Paula Andrea Gaviria @Paola Rego Rahal @Sofia del Carmen Rodriguez
Está dedicada al concepto de "LEER"
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En un coloquio con unos
estudiantes de archivística y bibliotecología de la Universidad de Antioquia,
la profesora quería que hiciera énfasis en mi faceta de lector y de cómo esa
actividad había influenciado mi formación como profesional, escritor y ciudadano.
Más que una conferencia magistral, se pretendía tener una conversación que explorara
la verdadera significancia de la experiencia lectora en mi estructuración. Para
ello, primero recopilaron unas preguntas y respuestas, tomadas de mi blog:
Al final, sacaron un
documento de relatoría, resumiendo los conceptos expresados. Los reproduzco
textualmente, porque son fieles a mi pensamiento y hacen justicia a lo que he
cavilado por años sobre la importancia de la lectura.
- ¿Usted se descubrió
primero médico o escritor?
-Al principio, siempre
estuvo el Verbo. Primero fui lector,
luego médico y ya ejerciendo, empecé a publicar.
- ¿Es su infancia fue un
gran lector?
-Desde siempre. Mis
padres nos inculcaron a mis hermanos y a mí un gran afán por leer, por el cine
y por la tradición oral que hasta ahora conservamos.
Con mi madre Gilma y mi
hermano Oscar, desde muy temprano en la vida leyendo, estimulando la lectura,
sin importarle su cansancio, sus quehaceres, su trabajo. Un gran estímulo que
marcó para siempre el talante lector de sus 3 hijos.
Desde pequeño me
encantaban los escritores y me encantaba encontrarme con las historias, a
través del comic, de las colecciones de novelas condensadas de Ariel juvenil o
de Colcultura, de los cientos de películas vistas en un teatro de barrio sin
censura y sin método, a través de la poderosa tradición oral de un barrio y una
familia de clase media que hacía culto a la palabra. En fin, el poder de contar
una narración que generara interés en alguien, en este caso un contertulio o un
lector. Mientras tanto, leía y leía y veía todo el cine que podía.
- ¿Cuáles fueron sus
primeras lecturas sobre ese mundo de detectives?
¿La primera Novela Negra
que recuerda?
Ingresé al género por los
referentes obligados, los clásicos, ya que con ellos se va a la fija: los casos
de Sherlock Holmes, muchas novelas baratas de Agatha Cristhie y ediciones
populares de Simenon. No las entendía como “Negras”, sino simplemente de
“detectives”, incluidas muchas de bolsillo, puro “pulp” de cinco centavos como
Silver Kane o Lou Carrigan, y las novelas gráficas de Rip Kirby y el Agente
Secreto X-9. Lo primero realmente negro que leí, fue un cuento que encontré en
una revista argentina, escrito por Dashiell Hammet llamado “Un hombre llamado
Spade”. Luego en la Biblioteca Básica Salvat leí la “La maldición de los Dain”,
del mismo autor. Ahí en realidad perdí la inocencia. Por otro lado, en el
teatro “El Subterráneo”, que fue de culto en la ciudad, vi varias películas
cuando era adolescente: “El Halcón Maltés”, Marlowe (con James Garner), “La
dama de Shangai”, entre otras y ciclos de cine del mismo tema. Era ya claro,
eran las historias que me gustaban y que desde entonces me estaban marcando.
Otras influencias fuertes
fueron unas historietas con las aventuras de un periodista que hacía
investigaciones y recorría el mundo, “Tintín”. Axterix el galo…todo un goce. Y Mortadelo y
Filemón y El Kalifa y Kaliman y Turoc. En fin, los comics en general, lo que en
España recibe el raro nombre de Tebeos. Pura “comida-chatarra”, encantadora y
deliciosa, pero de una discutible factura y dudoso buen gusto, pero
inolvidables; me inocularon el virus de la lectura.
Después llegaron los
maestros, creadores de personajes inolvidables, como Dashiell Hammet, Raymond Chandler
(que nos pegaron indeleblemente la imagen del detective rudo, irónico y
conflictivo encarnado por Humphrey
Bogart) y Patricia Higsmith o James Cain. Luego fui conociendo a Vásquez
Montalván, a Francisco González Ledesma, a Paco Ignacio Taibo, a Roberto
Ampuero, a Ricardo Pligia, a Luis López
Nieves. En la galería de los grandes están también John Katzenbach, David
Baldacci y Petros Markaris. Últimamente, las de Don Wislow.
- ¿Cómo ha sido su vida
con los libros? ¿En su casa siempre hubo libros por
todos lados?
En mi casa desde siempre
hubo libros. Crecimos en medio de las ediciones baratas ya citadas de Colcultura y Ariel Juvenil, de las revistas de
Walt Disney y comics de todo tipo que intercambiábamos con los amigos. Hoy me
sorprendo de la estructuración literaria de esas aventuras. Se las tomaban
realmente en serio. Nos pueden enseñar mucho acerca de cómo se cuenta una
historia, además de ser muy entretenidas, con personajes muy estructurados e
historias muchas de ellas épicas, no necesariamente cómicas. Luego mis padres
se suscribieron al Círculo de Lectores: dos libros por mes, una bacanal de
letras. La condición era que efectivamente nos los leyéramos, no había dinero
para derrochar. Hubo una lucha que mis papás perdieron, la de las “buenas
costumbres”: evitar que comiéramos leyendo, entrar al baño leyendo, leer hasta
tarde en la noche, libros en los paseos o en el carro en movimiento. Pero lo
que pretendían lo lograron y nos formaron como lectores. Recuerde: años 60´s-70´s,
sin televisión, sin videos ni internet, sólo amigos, calle, juego y lectura.
¡Ah!, y la maravillosa influencia de un teatro de barrio y la tradición oral de
la esquina, de la cuadra (con los marihuaneros, los mejores y más delirantes
conversadores, portento de mentirosos creativos), además de las historias
alrededor de tíos mayores, abuelos y primos. Después la lectura ya era un
hábito, hacía parte de lo normal de la vida cotidiana. Un complemento perfecto
con el cine para una búsqueda única: las historias. Luego la medicina y lo
mismo: leer y leer, de manera constante y necesaria, por exigencia de la
carrera.
Resumo: primero, lector voraz
y desordenado, sin más método que la compulsión sin filtro alguno. Luego,
temático, por géneros y autores. Años después, al tratar de escribir, descubrí
el valor de esas lecturas en mi bagaje, en mi caja de herramientas.
- ¿Siempre su vida ha
estado cercada con libros, protagonistas, alegrías bibliográficas?
- Siempre he tenido
libros al lado mío. Lo primero que exploro en una casa o en un colegio es la
biblioteca. He tenido siempre el vicio solitario de esculcar las librerías de
viejo, las ventas de garaje, los rebuscadores callejeros del centro. Nunca he
perdido la ida y la escarbada. La última reforma de mi casa fue para reacomodar
libros y discos, incluyendo los acetatos. En esa transición, ingresé sin
conflicto a los lectores-electrónicos y ahora a las tabletas. Con este sistema,
he conseguido todos los libros que he querido, los que había anhelado, incluso
los que eran referentes y nunca podía conseguir en físico, por ejemplo: Los
mejores cuentos policiales, recopilados por Borges y Bioy Casares y la
colección del Padre Brown y así una interminable lista. Es un verdadero
regocijo.
-¿Primero nació el médico
y luego el escritor?
Primero el niño lector,
luego el jovencito apasionado por los cómics y el cine de aventuras en un
teatro de barrio, influenciado por los westerns, las películas de chinos,
detectives y luchadores mexicanos. No sé cómo sobreviví a tanto bodrio, pero me
entró una fiebre por las historias, oírlas y contarlas, que nunca se me ha
quitado.
-¿Se ha visto
influenciado por algún estilo literario?
Evidentemente nuestra
generación tiene toda la carga del boom latinoamericano con cierta rebeldía contra
el realismo mágico, que no le queda bien hecho sino a García Márquez. Tenemos
encima muchas lecturas de él y de Bennedetti, Vargas Llosa, Cortazar, Borges,
Cabrera Infante, etc. También admiro a los humoristas y a los cronistas, Vargas
Tejada, Salom Becerra, Samper Pizano, Klim, Castillo Gómez, JJ Hoyos, Adriana
Mejía, Aricapa, ETC.
Me defino como un lector
de lo clásico y los últimos años he hecho énfasis en la novela policíaca que
explora la influencia de la ciudad en el individuo. A los lectores principiantes
les recomiendo empezar con los textos viejos de Daniel Samper Pizano, como
DEJEMONOS DE VAINAS o LLEVATE ESOS PAYASOS, que son de esos en los que
“carcajada tras carcajada se va cogiendo el hábito de la lectura”. También
clásicos como EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLERA, de Gabo o PANTALEON Y LAS
VISITADORAS, de Vargas Llosa, con los que “siempre se va a la fija”. Claro que
también están los casos de Sherlock Holmes, que son encantadores y adictivos,
porque siempre se adelantan al ingenio del lector. Para mí, leer es “abrir la mente,
es una forma responsable, encantadora e ilimitada de acceder al conocimiento”,
“para la tristeza, para la alegría, para la soledad, incluso cuando los malos
amigos o los amores ingratos se van, siempre habrá un libro”
Coda: un cuento del autor publicado también en Ficción, la revista:
"CACA DE PERRO"
https://emiliorestrepo.blogspot.com/2020/04/cuento-caca-de-perro-publicado-en.html
Coda: un cuento del autor publicado también en Ficción, la revista:
"CACA DE PERRO"
https://emiliorestrepo.blogspot.com/2020/04/cuento-caca-de-perro-publicado-en.html